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He llorado de la risa con este libro, las sorpresas que ocultan sus páginas están a ese nivel. Nuestro último verano es una lectura juvenil muy ligera. La trama te transporta a las últimas vacaciones antes de dar el paso hacia la vida adulta, ese momento en el que cada una de tus amistades toma una dirección distinta y lo conocido se convierte en un bonito recuerdo mientras toca avanzar hacia el futuro. Ha sido maravilloso rememorar la vida adolescente de la mano de todos sus personajes. Nos encontramos con un grupo de amigos de toda la vida que son muy diferentes entre sí, pero que saben complementarse para convertir cada momento en algo único. Para disfrutar de los meses de sol antes de que se separen para ir a la universidad, los cuatro muchachos deciden pasar el verano en el camping del tío de Marcos. La sorpresa llega cuando descubren que, para poder disfrutar de las costas asturianas, tendrán que trabajar y formar parte del personal del camping. Allí, entre tareas desagradables y juegos a la luz de una hoguera, conocerán a Susana y a Hannah. La primera es una chica que ama el arte y que no sabe qué hacer con su vida, y la segunda es una joven inglesa muy salvaje y sin pelos en la lengua. Juntos disfrutarán de ese verano que se carga de nostalgia y nos regalarán momentos divertidos y repletos de emoción. El autor trata temas de relevancia social desde una perspectiva fresca y muy liviana y abre el abanico de los personajes para que haya una mayor inclusión, algo que se agradece. Ha sido una lectura honesta y divertida que he disfrutado mucho, ideal para las vacaciones, aunque ha tenido un final un tanto abrupto que, como el verano, hubiera deseado poder alargar. |
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