La buena esposa

Conocí a Olalla García en el año 2018 con su novela “El taller de libros prohibidos”, que me gustó mucho. Dos años después leí “Pueblo sin rey” que me gustó aún más. al saber que publicaba nueva novela, no dudé en leerla. Os aseguro que mis expectativas, que eran altas, se han visto colmadas con creces.

Éstas son mis impresiones

Nos encontramos en la ciudad universitaria de Alcalá de Henares a principios del siglo XVII. Francisca de Pedraza (Franca), Ana García y Clara Huertas son tres niñas huérfanas que viven en un convento. Las conoceremos de pequeñas, cuando se ven obligadas a convivir al haber perdido a sus padres y forjan entre ellas una amistad íntima que durará toda su vida. Las veremos crecer y ser educadas por las monjas para lo que es su destino y el de cualquier mujer de la época: convertirse en buenas esposas. Exactamente lo que ellas desean, por supuesto. Y así, poco a poco, van encontrando marido. Pero mientras los maridos de Ana y Clara son hombres de bien, el marido de Franca –quien, además, es la más rica de las tres amigas pues heredó de sus difuntos padres tierras y dineros, siendo por tanto un buen partido- es un auténtico sinvergüenza. Efectivamente, Jerónimo de Jaras parece también un buen partido: no tiene mal porte, es joven y tiene una buena hacienda. Francisca se casa ilusionada y con toda la intención de ser la mejor esposa para Jerónimo. Pero Jerónimo es un hombre violento que se dedica a beber, a dilapidar su herencia y la de Franca y a maltratar a esta. Jerónimo es un maltratador, con todas las letras. Y llega un momento en que Franca no puede más: su vida y la de sus hijos está en peligro.

“La buena esposa” es una novela histórica basada en personajes y hechos reales. Francisca de Pedraza fue la primera mujer en conseguir el divorcio. Algo muy difícil, prácticamente imposible de conseguir. Y es que el único matrimonio posible era el católico y tenía la consideración de sacramento. Por tanto, sólo la jurisdicción eclesiástica podía tratar sobre él pero, dado que era un sacramento y por tanto indisoluble, la Iglesia no accedía al divorcio. Tan solo a la anulación y normalmente por cuestiones de estado. Aún así, Franca se buscó un buen procurador y pidió el divorcio una y otra vez; como digo, para ella era cuestión de vida y muerte.

No veáis qué sensación de impotencia tenía según iba leyendo la novela. Es imposible no meterse en la piel de Francisca y, por tanto, temer por ella. En aquella época la mujer estaba totalmente sometida a su marido, debía obedecerle. También estaba razonablemente bien visto que éste la reprendiese y le diese alguna cachetada para reconducir su conducta. Lo que sucede de puertas para adentro era sólo cuestión de los cónyuges, más bien del marido y a nadie le parecía mal que el esposo pegase a su mujer, incluso estas lo tenían por normal en muchos casos. Pero lo de Jerónimo iba más allá de toda normalidad, era un auténtico bestia que incluso a sus conciudadanos horrorizaba.

Me ha gustado muchísimo la novela. Me ha gustado cómo la ha planteado la autora, hablando primero de la vida de Francisca en el convento y poniéndola en relación con sus dos amigas; no era estrictamente necesario para la trama principal de la novela pero hace a Franca mucho más real. También me ha gustado todo el proceso, la parte “jurídica” por llamarla de alguna manera. Cómo Francisca y su procurador se daban continuamente contra un muro de piedra, cómo quienes tenían que decidir le daban la razón y otorgaban algunas peticiones pero no el divorcio, cómo se las arreglaron finalmente para conseguirlo. No estoy desvelando nada, no temáis: el libro va sobre la primera mujer divorciada de la historia de España. Sabemos desde el principio que, de una manera u otra, acaba por conseguirlo; pero os aseguro que llegué a dudarlo pues era la pescadilla que se muerde la cola: tienes la razón pero no puedo dártela porque el matrimonio es un sacramento y eso lo hace indisoluble. ¿Cómo lo consiguió finalmente? Ahhh... Tendréis que leer el libro para averiguarlo. Os lo aconsejo totalmente, no sólo por salir de dudas sino porque es una novela realmente preciosa.

La novela es histórica: los hechos ocurrieron tal y como los relata Olalla García aunque esta lo hace de forma novelada, dándole forma a través de los documentos –especialmente las actas de los juicios- que aún se conservan. Francisca y su marido fueron personas reales así como muchos otros de los personajes que salen en la novela (también hay alguno ficticio). La ambientación es estupenda: la autora nos muestra a la perfección el ambiente en una ciudad que tenía una de las pocas universidades del país. La forma de vida de sus habitantes, los estudiantes que allí acudían y, de paso, la situación de las mujeres y el papel que tenían en el matrimonio. Por supuesto, hay que leerla con ojos de aquella época. Ahora nos llevamos las manos a la cabeza al ver situaciones como las que se describen en el libro pero no hay que olvidar que las madres de los nacidos en los años 70 (es mi caso) aún necesitaron al principio permiso del padre o del marido para abrir una cuenta en el banco, no es algo tan lejano.

La novela me ha encantado y me ha emocionado. Es una historia preciosa, muy bien escrita, con unos personajes bien perfilados que realmente pudieron ser como los describe la autora. Te metes en la historia y te enfadas, es inevitable. También que duela a veces. Si cualquier novela sobre malos tratos es dura, imaginaos una situada en el pasado. Los malos tratos son iguales de malos ahora y antes pero ahora hay mecanismos para proteger a las maltratadas. No suficientes, no siempre funcionan pero existen: en aquella época no, es que hasta se veían normales. No veáis qué sensaciones se experimentan al vivirlo en la propia piel de Franca.

Conclusión final

En fin, insisto en lo maravillosa que me ha parecido “La buena esposa”. Una novela histórica que se te mete hasta los huesos, que cuenta una historia muy potente y lo hace de forma tremendamente entretenida de tal modo que da gusto leerla. Muy recomendable.