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Este libro nos deja sin respiración en muchos de sus tramos. Es absolutamente adictivo en su argumento y en sus protagonistas. La acción, que transcurre principalmente en un hotel de gran lujo, permite apreciar el movimiento y el detalle de la actividad de toda la escala del personal, a la sombra de la vida de los pasajeros. El accionar de un grupo terrorista mantiene en vilo al personal de la policía y hacia arriba, hasta llegar al ministro del interior , homosexual declarado y en matrimonio con otro hombre, pero ahora en una relación paralela con un torero, que con una decisión egoísta pone toda la acción del libro en marcha. Es difícil de entender hasta que punto estos canallas pueden hacer daño, sin importar a quién ni a cuántos, ni el dolor que provocan. Ni siquiera la implicancia que puede tener para ellos mismos, verdaderos kamikases del plan en marcha. Cada uno de los protagonistas, es una historia, relatada breve pero intensamente. Al empezar la lectura, mientras nos ambientamos en el entorno, nos preguntamos qué papel juegan los delfines de plata, otro de los pequeños grandes enigmas de la novela. Las últimas hojas del libro, son trepidantes, vertiginosas, tenemos que leer una de cada dos o tres líneas para ganarle tiempo al final. Destructivo, pero no tanto. |
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