La última cripta

esta novela no es sólo de aventuras en busca de un gran tesoro, sino que también el tesoro es el misterio en sí.
De fácil y ágil lectura tiene un ritmo literario que engancha desde la primera palabra del prólogo, el cual me encanta. Logra que deseemos seguir leyendo para seguir averiguando más y más, pues a cada paso de los personajes vamos descubriendo, poquito a poquito el misterio y el tesoro escondido. El hecho de que cada capítulo termine quedándose alguna cuestión en incógnita, incrementa el que no se pueda dejar la lectura en ese punto y te obliga a seguir leyendo para ver qué pasa después. Por todo esto, las 552 páginas hacen que se lean en un suspiro y lo hayas terminado casi sin darte cuenta, aunque se vaya intuyendo lo va a ocurrir.
Junto a los tres personajes principales vamos viajando desde Honduras y las costas del caribe a África y México, recorriendo mentalmente y con la imaginación las rutas que seguían los navegantes de aquel tiempo.
Me gusta el hecho de que los personajes descifren pistas y jeroglíficos tanto de la época medieval española como de la época maya, sin embargo, el hecho de que lo hagan de chiripa o por casualidad no me ha gustado tanto. El que descifren pistas conlleva a que dichos personajes se embarquen en una vertiginosa aventura en busca, no sólo del tesoro de los templarios, sino de la verdad oculta que ello conlleva, dando un giro, aunque predecible, en la historia y revelando pruebas desconocidas sobre el cristianismo.
Los personajes no son fuera de lo común, son los personajes típicos que cabe esperar en este tipo de libros de aventuras, pero están bien elaborados.
Es una novela bien documentada tanto histórica como geográficamente, aunque hay que apuntar que es una novela de ficción, por lo que es posible que especule o juegue con algunos datos.
Para concluir, es una novela típica de aventuras con personajes típicos de estas novelas, aunque es entretenida para pasar un buen rato.
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