Nada en la vida era un triunfo completo, al cien por cien, pero muchas veces uno podía muy bien conformarse con menos, que era la mejor lección que se podía aprender.
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Nada en la vida era un triunfo completo, al cien por cien, pero muchas veces uno podía muy bien conformarse con menos, que era la mejor lección que se podía aprender.
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-Si de mi dependiera -declaró-, erigiría una estatua en una plaza pública a las mujeres como ellas, porque son las verdaderas heroínas de la vida. Cumplen con sus obligaciones día si y día también, luchan para salir de la pobreza, de la soledad, de las carencias, para sobrevivir y mantener a su familia, pero no pierden la capacidad de reír de sonreír, de encontrar un rato para entregarse a las ensoñaciones.
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¿Quién escribió «Agnes Grey»?