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Es una novela a dos tiempos, vamos a conocer a dos Helenas. La primera una chica que ya tiene sus problemas, pero que sus amigos le van a ayudar en todo lo que puedan; la segunda Helena es más oscura, más metida en sí misma y en los recuerdos porque lo último que le pasó le marcó más que nada. Vamos a conocer las dos Ophelias: la primera la de los sueños, en la que todo es posible y en ella también hay consuelo, anhelos y amor; en la segunda, la real un espacio que tiene cabida los sueños, los anhelos, el amor y mil historias que quieras vivir, pero sobre todo recuerdos que te sacan sonrisas. He leído con anterioridad a la autora y creo que esta es su novela más personal en cuanto a los personajes, tanto secundarios como principales, se meten debajo de tu piel y te hacen sentir, te estremecen. Una novela nostálgica a muchas cosas: al amor, a personas y a momentos vividos. La novela tiene su drama, que no voy a comentar cual es porque creo que tenéis que descubrirlo por vosotras mismas. Pero lo he vivido, sufrido, me he angustiado y he llorado con Helena por la rabia, por el dolor y porque el destino, a veces, es muy puñetero. Pero también es una novela que habla de los amigos, esa familia que has escogido, te apoya, está a tu lado sin descanso y sufre contigo. Además de que siempre hay momentos en los que la luz brilla, que vuelven las risas y esos momentos que pensaste que no volverías a vivir. Y no quiero olvidarme del chico de las cartas, un personaje palpable durante toda la novela, alguien especial en todos los momentos, alguien que une y que deja huella. Y tiene uno de los epílogos más bonitos y emotivos que he leído nunca. Un epílogo para encoger el corazón, pero sobre todo para sonreír y saber que el amor tiene cabida en todos los momentos y en todas las formas. |
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