 |
odo el que va a Bravelands busca algo o huye de algo. Izzy lleva allí tres años, trabajando entre la posada y la fundación que estudia el lago. Lo que no espera es que William, un recuerdo de su antigua vida, irrumpa en su rutina para trastocarla por completo. Este libro es una cucada. Hay más trama de lo que puede parecer en un primer momento, y la verdad es que ha sido muy interesante. Esa trama "de más" está relacionada con el motivo por el que William ha acabado en Bravelands, que se mantiene oculto durante buena parte de la novela y me ha intrigado. No conocemos a muchos personajes, sino que la historia se centra más en la relación entre Izzy y William (que es muy sana y súper cuca), pero los pocos que conocemos están bien desarrollados. Paula consigue expresar perfectamente los sentimientos de sus personajes y transmitírselos al lector. Sí me hubiera gustado conocer algo más de la relación anterior entre ambos para explicar cómo se sienten al reencontrarse, pero eso no me ha impedido disfrutar para nada de su historia. Otra cosa que me ha gustado es que no hay escenas de sexo explícito. Parece que lo que triunfa hoy en día es eso, novelas con escenas súper subidas que yo odio, y por eso agradezco que la autora no las haya metido en esta novela. La ambientación está muy trabajada: nos trasladamos a la posada donde trabaja Izzy, a la fundación y a las montañas que rodean el pueblo. También me hubiera gustado que se hablara más en profundidad del propio pueblo, pero mejor pocos escenarios y bien trabajados que muchos mal hechos. Nuestros días en Bravelands ha sido justo lo que necesitaba: una historia corta, ligera y sencilla, con un amor sano y una trama ágil. |
>
