Nos introduce en la historia de Tina, una adolescente que intenta ser lo más discreta posible y no meterse en líos. Un día tendrá una experiencia que le recordará algo que le sucedió hace muchos años y que marcará el comienzo de su historia. Con un narrador en tercera persona, Laura Gallego nos presenta a un personaje principal, que ha crecido mucho a lo largo de la historia, enfrentándose a sus propios miedos: Tina. Para ello contará con la ayuda de Salima, un maravilloso personaje que es todo lo contrario a Tina gracias a su confianza, seguridad y agudeza a la hora de hablar. Su energía argumentativa es contundente y por momentos deja boquiabierto a Rodrigo, el director de Voces, el periódico del instituto al que asisten los tres personajes. Respecto a los personajes, uno de los aspectos francamente positivos de esta novela es la presencia de los padres en la historia. de hecho, conocemos a las familias de los tres personajes principales: la madre de Tina, los padres y hermanos de Salima y el padre de Rodrigo. Estas presencias aportaron realismo a la historia. Y hablando de padres, quiero mencionar a la madre de Tina: Camila. Es una colombiana que llegó a España siguiendo a un hombre que la abandonó cuando estaba embarazada. Mi problema con este personaje (aparte del prejuicio que tiene hacia los musulmanes) es la forma en que trata a su hija: la habla mal, parece que no la toma en serio y le impone castigos excesivos. La historia me cautivó y progresé en la lectura sin problemas gracias al estilo de Laura Gallego. Trata temas muy interesantes como la importancia de la amistad o el dilema moral entre decir la verdad o defender a un amigo, el bullying o el racismo. En esta novela, muchos de los personajes son extranjeros o provienen de familias inmigrantes o siguen una religión diferente a la católica. Tina y su madre son colombianas. Salima es musulmana. Algunos de los personajes secundarios son dominicanos, otros ecuatorianos. Siguiendo a estos dos grupos, la autor nos habla de las peleas de pandillas.
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