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Continuamos justo desde donde lo dejamos tras la primera parte. Con el mundo patas arriba y con el nuevo sistema de poder que empieza a echar raíces sobre los escombros. Por ello, y siendo coherentes con la situación actual del mundo, nos encontramos con una historia que empieza a alejarse de ese concepto de cuento de hadas oscuro que veíamos en el vals, tomando cada vez más tintes oscuros y dejando de lado las notas inocentes. Una vez más, nos encontramos con la pluma ágil, sin apenas relleno y poniendo foco en la acción que caracteriza las obras de este autor. Un estilo que favorece el dinamismo de la obra y que le dota de ese tono ligeramente juvenil al que nos tiene acostumbrados. A diferencia de El vals de las hadas malditas, cuyo final daba pie a una segunda parte, pero zanjaba lo más importante y te dejaba un buen sabor de boca mientras aguardabas la continuación, El tango de las almas errantes tiene un final completamente abierto. Un desenlace en el que todo acaba de estallar, con todos los flecos pendientes de atar y que te deja con la boca abierta y ganas de más. Grosso modo, podemos decir que se trata de una buena segunda parte que, aunque para mi gusto resulta un pelín corta (no me hubiera importado disfrutar de varias páginas más), mantiene el alto nivel que dejó su predecesora. |
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