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Víctor Piñol descubre un día que puede saltar hacia atrás en el tiempo. El inconveniente es que va a sufrir mucho dolor en los 83 segundos que dura el proceso. Pero hay que tener cuidado, pues cambiar algo en el pasado podría cambiar por completo el presente que conoce. Marcado por un trauma adolescente, el destino pasado al que quiere ir está más que claro. Víctor es un personaje que me ha gustado bastante. Es un joven normal y corriente, salvo por su capacidad, bastante solitario y marcado por un trauma que no le deja vivir. Va a usar esos viajes temporales para, además, cambiar su vida por completo. Con él viajaremos al año 2000, a los 90 y a los 80 y tendremos muchas referencias culturales. Pero no es el único personaje que vamos a conocer. También están sus amigos Gabi y Nerea, quienes le van a ayudar mucho. La trama lo tiene todo, un poco de drama, pero también del sentido de la amistad, dela confianza en uno mismo, del sacrificio, de amor, redención y de bastante nostalgia. Me ha gustado mucho las explicaciones y el trato que hace a los viajes en el tiempo y la presencia de múltiples líneas temporales. Es una historia muy emotiva que se disfruta mucho y que mantiene al lector pegado a sus páginas hasta el final. Además es una novela relativamente corta. El ritmo es perfecto, gracias también a unos capítulos muy cortos. |
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