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Tras publicar su libro, Alex decide dejar su carrera como periodista y centrase en su nueva vida como escritora. Pero la inspiración no acaba de llegar, y es por eso que decide pasar una temporada en un retiro de escritores ubicado en un pequeño pueblo pesquero. Port de la Selva oculta un gran secreto. En el sigo XVII fue maldecido por una joven acusada de brujería, y desde ese momento, cada diez años, desaparece una niña. Nadie en el pueblo parece buscarlas ni querer resolver sus desapariciones. Por esa razón, Alex, con la ayuda de Luke, un joven escritor que también se encuentra en el retiro, inicia una investigación para poder destapar todo lo que está ocurriendo en ese pueblo. Los capítulos son corto y están narrados desde el punto de vista de varios narradores. La historia va alternando capítulos del pasado y del presente que nos ayudarán a conocer toda la verdad. Alex sigue manteniendo su esencia, sus ganas de destapar todo, arriesgando su propia vida si es necesario. En esta historia, vamos a reencontrarnos con un personaje del primer libro y vamos a poder comprobar como sigue su historia. Cuando leí El último verano de Silvia Blanch me quede un poco fría con ese final que tenía, pero en esta segunda parte, por fin, tenemos el final que se merecía esta historia. Una maldición de hace 400 años, leyendas, niñas desaparecidas cada diez años y un gran secreto que todos los habitantes de Port de la Selva quieren ocultar, son algunas de las premisas que nos vamos a encontrar en este libro. Una historia llena de intriga, tensión, misterio e incertidumbre. Con un toque de romance, una ambientación maravillosa y unos giros muy inesperados. En resumen, El vacío que dejas es una lectura ligera y entretenida, que tiene todo lo necesario para atraparte. |
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