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En “El vacío que dejas” nos reencontramos con Alex Duarte, a la que conocimos en “El último verano de Silvia Blanch”, en una nueva aventura que ofrece algo muy similar a lo visto en la primera entrega, esto es, un thriller ligero y entretenido que cumple con creces con su función, hacer pasar al lector un par de buenos ratos, pero al que le falta ese algo que deje huella. Tras la repercusión obtenida tras la publicación de su libro basado en el caso de Silvia Blanch, Alex Duarte atraviesa un cierto bloqueo creativo, por lo que se traslada a un retiro literario en Port de la Selva en busca de inspiración para su nuevo libro. La desaparición de una niña un año antes, y su conexión con una leyenda local que dice que en el siglo XVI una mujer acusada de brujería fue quemada en la hoguera, lanzando una maldición sobre el pueblo por la que cada diez años desaparecería una niña, despiertan el interés de Alex, que se lanzará a una nueva investigación ayudada por Luke, otro de los escritores presentes en el retiro. Es recomendable haberse leído antes “El último verano de Silvia Blanch” para entender el punto en el que arrancan los personajes y algunas de las referencias de la historia (además te evitarás algún que otro spoiler). En general, la estructura es muy similar a la del primer libro, por lo que en parte tuve la sensación de que era algo que ya había leído antes. Alex es ahora escritora a tiempo completo, pero su espíritu periodístico permanece intacto, y escarbará en las vidas del pueblo y sus habitantes hasta descubrir la verdad, sin pararse a pensar muchas veces en las posibles consecuencias. Capítulos cortos y desde el punto de vista de distintos narradores, hacen que la lectura resulte ágil y entretenida. El comiendo me pareció un poco lento y la historia se centra demasiado en el romance, resultando un poco pesado y repetitivo, y ralentizando la trama de misterio. La resolución me resultó demasiado fantasiosa e inverosímil, y algunos aspectos de la misma fueron un poco predecibles. Lectura ligera, buena para desengrasar entre historias más densas. |
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