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La premisa es buena aunque no puedo decir que se salga demasiado de lo que es normal en el género. Sin embargo, los personajes no me han parecido que estén muy bien perfilados. Por un lado tenemos a una chica de ciudad de la cabeza a los pies que acaba en un remoto pueblo de los Pirineos con más vacas que habitantes. Cualquiera pensaría que le llevaría un tiempo adaptarse pero no, a los dos días está tan adaptada que cualquiera pensaría que ha estado toda su vida viviendo allí. Lo siento, pero como chica de ciudad que soy yo misma no me lo creo. Da igual lo mal que lo hayas pasado en la ciudad, uno no cambia la ciudad por un pueblo del tamaño de una nuez así de rápido sin sufrir todo un período de adaptación. Por otro lado tenemos a nuestro protagonista, quien me tenía intrigada por saber qué le había sucedido en el pasado tan triste para ser así. Y cuando finalmente lo descubro… Pues sí, es triste pero ni de lejos justifica como se porta con ella en una parte del libro y lo peor es que no rectifica ni en el epílogo pues sigue diciendo que prefiere “alejarse” a veces que encarar las cosas. Lo siento pero no, lo que le pasó es trágico pero no justifica todo y menos que se portara así con ella en el momento que estaba viviendo. En cuanto al grupo de amigos también hubo un punto en que a la autora se le fue la mano con un comportamiento más propio de las novatadas de las universidades americanas de las pelis que de un puñado de gente joven en un pueblo. Principalmente porque salió así de la nada y parecían más hombres/mujeres de las cavernas o niños de tres años que adultos hechos y derechos. Además, había veces en que los personajes divagaban mucho al hablar. La conversación sobre dioses y semidioses es probable que tarde en olvidarla. Y no, no es porque me haya encantado. Aún así en general no es una mala obra, te permite pasar el tiempo. |
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