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Las expectativas tienden a jugar malas pasadas, pero cuando eres tú misma la que se las crea sin haber leído críticas pueden acabar explotándote en la cara. Las que estamos muertas no solo tiene una bonita portada, sino que todo parecía apuntar a que sería un libro de fantasía diferente y lleno de reflexiones sobre el feminismo. Así que allí estaba yo, libro en mano, dispuesta a descubrir el mundo tan maravilloso que parecía haber traído la autora y sin saber que, a pesar de disfrutar, iba a empezar abril con una pequeña decepción. Deka ha cumplido 16 años y está contando los días que le quedan para poder pasar por el Ritual de Purificación que la convertirán en una más de la tribu que lleva excluyéndola desde su nacimiento. Sin embargo, cuando le toca pasar por él, algo no sale como esperaba. Su sangre es tan dorada como la de los demonios que habían masacrado a su pueblo. Su dios la ha abandonado y la ha marcado como impura dejándole solo una opción: la muerte. El mundo de Las que estamos muertas está fuertemente jerarquizado. En la cúspide se encuentran los hombres que pueden convertirse en emperadores, reyes, soldados, altos cargos, etc. le siguen las mujeres que quedan relegadas a un segundo plano, obligadas a llevar una máscara que les oculte el rostro y las marque como elegibles para un casamiento. Si esta estructura cambia, se pierde el favor de Oyomo, y puedes acabar con la sangre dorada de las impuras, el máximo castigo que una mujer puede tener. Por eso todas obedecen y cumplen con su deber sin cuestionar lo establecido. La religión ocupa, como vemos, un papel fundamental en la creación de esta estructura, pero lo que realmente mueve el mundo es el miedo. Desde la cuna se les ha dicho que los demonios atrapan a las mujeres que se salen de la norma y las convierten en impuras así que crecen preparándose para pasar por el ritual que las hará parte de una sociedad donde su única misión es casarse y tener hijos. El constante terror que tienen a fallar se ve palpable en las palabras de Deka que constantemente reza a su dios y pide perdón cuando da un paso en falso. Es difícil para ella cuestionarse lo que le han enseñado desde que nació y vive con miedo de las diferencias y de la impureza. La autora ha sabido representar de una forma asombrosa e interesante lo mucho que influye la cultura, la crianza, la religión y el miedo en el condicionamiento humano. Además, ha sabido plasmar lo difícil que es cuestionarte lo que siempre has conocido y otros temas como el maltrato, el abuso, la guerra y, el más importante, la sororidad. Sus personajes femeninos saben dejar atrás sus diferencias para luchar por una misma causa. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce (nunca mejor dicho) y, a pesar de tener una base tan fuerte como es el feminismo, la sororidad y la religión en un mundo muy bien ambientado en cuanto a criaturas y naturaleza, podemos observar muchos errores que le han impedido ser lo que esperaba. En primer lugar, carece de profundidad. La idea es buena, pero no ha sabido desarrollarla del todo y lo que podía haber dado que pensar ha terminado siendo superficial. La hermandad entre los personajes femeninos surge de la nada y carece de una construcción trabajada. Además, aunque tratan de recalcar que han tenido muchos problemas y que son odiadas por su impureza, el daño que les han causado y los traumas psicológicos parecen olvidarse la mayor parte del tiempo. de la noche a la mañana, Deka deja de lamentarse y se convierte en una gran guerrera. He echado en falta un proceso de cambio, es decir, una evolución que me haga creerme que van superando sus problemas y que las haga cada vez más fuerte. Esta carencia se ve aumentada por la cantidad de saltos y agujeros que hay en la trama. Muchas partes de esta que aparecen como importantes en un momento dado se quedan en el olvido hasta que, de pronto, los personajes parecen acordarse de que habían hablado de ello o que había pasado. Además, te plantean dudas que no terminan de resolverse como el gran spoiler (la historia de la madre) o que desaparecen como si nunca hubiesen aparecido en la historia. Si no te conecta la trama es muy difícil que se de profundidad a los personajes, a la ambientación o a la historia en sí. Por último, algunas relaciones entre los personajes han terminado resultando forzadas y demasiado instantáneas. En el fondo, podemos ver que la falta de profundidad y los agujeros en la trama que convierten Las que estamos muertas en un libro flojo, también ha afectado a este aspecto. Si momentos importantes acaban siendo más rápidos que Flash ¿Cómo no lo iban a ser las relaciones de familia, amor y amistad? En conclusión, el libro prometía ser la historia del año, pero la idea de la autora fue perdiendo fuerza debido a su ejecución. Aún así, he disfrutado mucho leyendo y he sido capaz de encariñarme con algunos personajes como Brittha por lo que no puedo dejar de recomendarlo. Eso sí, si lo empezáis, tened en cuenta que su interior no brilla tanto como su portada y que es mejor leerlo cuando no queráis una gran sorpresa, sino una historia agradable y entretenida. Enlace: https://www.goodreads.com/re.. |
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