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No acostumbran a gustarme los libros escritos con sentido del humor. Puede que sea mi problema, no me hacen gracia, o quizás es que es más difícil hacer reír que hacer llorar, sin caer en el ridículo. Pero este relato tiene un humor negro con el que sí he conectado. Por todas las páginas rebosa sarcasmo. de un argumento que daría pie al drama, se convierte en un reírse de las propias penas sin tapujos y eso podría haber estado muy bien. Y es que nos encontramos en una residencia para ancianas llamada Peña Hincada y con la aclaración de residencia de señoritas. Mujeres que se han quedado solas, otras que han sido abandonadas por los hijos, obligadas a vivir secuestradas, según algunas, en un lugar que no es su hogar, pero donde tienen que pasar los últimos días de su existencia y donde tienen mucho tiempo para pensar, para recordar o inventar las experiencias vividas, mientras esperan a que la muerte las ronde. La incomprensión de la familia y de los propios médicos forma parte de la crítica hacia estas instituciones y hacia el trato que se les da a los mayores, como si de niños se tratara, como si no hubiesen tenido una vida llena de aprendizajes, arrinconándolos, apartándolos de la sociedad de la que han formado parte hasta el momento. Pero, aunque el tipo de humor utilizado me ha gustado al principio y las premisas de las que partía también, no me ha acabado de convencer. Entonces, ¿qué ha fallado? Pues la estructura, en la que cada capítulo está narrado en primera persona por una residente. Esto ha hecho que no pudiera disfrutar de la narración. No he percibido una voz narrativa demasiado diferente para cada una de las mujeres, todas me han parecido la misma y cuando volvía a encontrarme con cada una de ellas no recordaba de quien me estaba hablando. Por otro lado, lo que al principio me hacia gracia se me ha ido haciendo muy repetitivo y antes de llegar a la mitad del libro ya había pasado de las risas al aburrimiento. He estado a punto de abandonarlo pero como no acostumbro a hacerlo, por si el final me acaba sorprendiendo, he seguido. Siempre tengo la esperanza de que algo pueda darle un giro y mejorar, pero no, eso no ha pasado, el final también me ha decepcionado. Las risas no son lo mío, a mí me van más los dramas. Y a vosotros, ¿os pasa lo mismo, o sois más de risa fácil? |
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