Voyeur

Diego Fonseca es un periodista argentino afincado entre Arizona y Barcelona (según su propia bio) Se trata de un autor prolífico, con varios libros de periodismo narrativo, como Perdimos, Crecer a golpes o Sam no es mi tío. También ha escrito ficción, su novela La vigilia y libros de relatos y cuentos.

Voyeur es su último libro, en el que compila numerosos artículos que ha ido publicando acerca de personajes relevantes en el último lustro. Son retratos intimistas de cada personaje desde la óptica del propio Fonseca. No se centra en lo característico sino en lo peculiar, en aquello en lo que nadie suele reparar. No pretende caricaturizarlos pero sí darles otra vuelta de tuerca.

Espero que mi humilde opinión no consiga maltratarlo. Huelga decir que adentrarme en no ficción ya suponía un gran reto pero hacerlo en periodismo narrativo ha sido un auténtico desafío. Y me ha sorprendido gratamente. Lo digo sin tapujos y sabiendo claramente que es una opinión totalmente subjetiva de alguien profano y basada en cero formación periodísitica.

Inicia el libro con alguien inesperado. No se trata de un personaje excesivamente mediático pero sí reconocido, como es un Nobel. Lo hace partiendo de un defecto muy mundano. Poco a poco vamos descubriendo su ideología, su controversia, su “otro mundo es posible” e invita a la reflexión continua. Lo presenta como alguien excepcional pero terrenal. Y su lirismo lleno de metáforas te lleva a querer leer ese libro a poquitos, para saborearlo. Un café, una tarde en calma y un personaje en nuestro pensadero mientras lo espiamos con él, entre susurros.

Por aquí desfilan personajes que producen admiración y rechazo. No huye de lo difícil. Y si bien lo ácido puede llevarnos a pensar en algo más interesante, lo realmente perturbador es cómo logra presentar la virtud sin ápice de aburrimiento. La edulcora con humanismo e imperfección. Esa es la sensación que deja. Pero sin duda su mayor mérito es su forma de expresarse, su escritura, su locución. Son relatos cápsula que encierran sensaciones, canciones, movimiento, tráfico, tiempo, esperanzas, rechazos y reflexiones.

Si bien la mayoría de los personajes son más o menos cercanos, no es menos cierto que hay algunos pasajes en los que nos perdemos si no estamos familiarizados con la dinámica o el contexto estadounidense. Pero cualquier intento por evitarlo supongo que restaría profundidad. Otro pero sin énfasis que le puedo poner es la divagación. Lo pondríamos en la línea del genio que se pierde en sus propias reflexiones pero sería demasiado superlativo. Si hay algo que no creo que pretenda Diego Fonseca es destacar cuando lo hace tan bien observando las miserias o virtudes del resto.

Por último, destacar la variedad de personalidades de las que habla: periodistas, deportistas, un premio Pulitzer, un Nobel, una cantante de jazz y políticos de muy diverso calado (e ideología)
Me han maravillado los elegidos para el inicio y el cierre del libro.

En resumen: delicias para reflexionar. Gastarás el lápiz para subrayarlas. Volverás a ellas para saborearlas de nuevo.