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Llegué a este libro por casualidad y la sorpresa no podría haber sido más grata. Comienza lento, con no mas acontecimientos que el misterio de por qué Antoine Duris dejó todo en Lyon para comenzar un trabajo muy por debajo de sus calificaciones en París. Pero es en la segunda parte donde la historia toma una curva increíble. Todo cobra sentido y es imposible no sentir el dolor y percibir la belleza que emanan las palabras del autor, en escenarios rodeados de cuadros y de sentimientos profundos. Es un libro para leer de corrido, muy hermoso y que sin duda recomendaré siempre. |
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