Dentro de dos años

La cabeza es el único sitio donde podemos ser quienes queramos, quien verdaderamente anhelamos ser.

Cuando dicen que el tiempo sana las heridas, realmente se refieren a eso: a las heridas. Pero nadie habla de las cicatrices.

Ganadora del XXIV Premio Ateneo Joven cuenta una historia sobre la caza de brujas más famosa de la historia norteamericana, la ocurrida en Salem, Massachusetts, en el siglo XVII.
Todos conocemos este hecho histórico por leerlo en multitud de libros o verlo en otras tantas películas, pero ahora se plasma desde un punto de vista que yo no había visto anteriormente, el del juez principal del proceso, sir William Stoughton,que es el que más persiguió a las supuestas brujas.
Stoughton se arrepiente teriblemente de lo que ha hecho y lo que vamos a ver es una historia mezcla de fantasía y realidad. La realidad de lo que allí ocurrió con una labor de documentación perfecta que lo podemos ver en una ambientación y reconstrucción maravillosa de los hechos allí ocurridos.
Y la fantasía propia de un viaje en el tiempo y en el espacio. Dos años, dos escenarios, España y Salem para intentar hacer las cosas de otra manera, para no cometer los mismos errores, las mismas atrocidades, tormentos y torturas que acabaron con la vida de tantas mujeres inocentes y que llevaron al protagonista a una situación de tremendo dolor, arrepentimiento y remordimientos.
No digo nada más porque no quiero desvelar nada de esta trama que me ha sorprendido tanto, debéis leerla porque su lenguaje claro y su estructura hace de ella una lectura fácil, para leer del tirón. Y porque la trama es completamente diferente a lo que hemos visto sobre el tema. La mezcla de realidad y fantasía la hacen tremendamente entretenida e impredecible y el final....el mejor posible.

La cabeza es el único sitio donde podemos ser quienes queramos, quien verdaderamente anhelamos ser.

Cuando parece que alguien se queda podrido por dentro viene la vida y planta una semilla, dejando que nuestra agua la riegue. Y entonces solo queda sacarnos a la calle bajo el cielo despejado. Así es que nunca estamos completamente acabados.