La tierra maldita

Hoy os traigo mis impresiones sobre "La tierra maldita", una obra de ficción histórica y didáctica lectura que me ha trasladado, en un increíble viaje a través del tiempo, hasta la Barcelona del siglo IX para revelarme un oscuro episodio de la ciudad en un momento convulso y enigmático que la tuvo al borde de la desaparición. Una época, la de la Alta Edad Media, sobre la que apenas había profundizado y que recomiendo a los amantes de este género.



El inicio de esta novela nos sitúa en Reims, a mediados del siglo IX. Hincmar, arzobispo y consejero del rey Carlos el Calvo, acaba de consagrar como obispo de Barcelona a Frodoí, un joven y ambicioso sacerdote que acepta con recelo el nombramiento que lo pone al frente de un condado casi despoblado y extinto, sumido en la oscuridad y la desolación. Una tierra maldita y de mártires, situada en la Marca Hispánica, en el lugar más tenebroso del orbe donde numerosos obispos y abates han sido asesinados cruelmente. A la comitiva del nuevo obispo se sumarán una serie de colonos franceses, en su mayoría campesinos y artesanos, que huyen de la miseria en pos de una última oportunidad, con el fin de frenar la severa despoblación de una ciudad que agoniza y trabajar las baldías tierras, propiedad de la Iglesia. Las pretensiones del nuevo prelado son las de sacar adelante esa tierra yerma, desterrar el paganismo que aún arraigaba en el orbe, erradicar el rito mozárabe de las celebraciones religiosas y la más importante: finalizar las obras de la catedral. Frodoí es un hombre decidido y confía en sus habilidades para salvar y liberar del yugo a una sometida Barcelona, avispero de mercenarios.



Toda la trama de "La tierra maldita" se va a desarrollar a lo largo de dos décadas cruciales en la historia de Barcelona, una villa situada en el enclave de la Marca Hispánica y que servía de frontera entre el Emirato de Córdoba y el Imperio Carolingio, ambos en constante lucha por ampliar sus territorios. Una novela coral en la que Juan Francisco Ferrándiz ha logrado fusionar, sin fisura alguna, personajes reales con otros de ficción. Todos ellos están perfectamente descritos y matizados, con sus luces, sombras y debilidades, algunos más intensos e impulsivos que otros, siendo inevitable que tengan más peso en la trama. El autor los hace creíbles y cercanos, de carne y hueso, haciéndolos madurar, por lo que el lector puede llegar a empatizar con alguno. Construye un complejo mosaico con representación de los tres estamentos sociales del Medievo: la nobleza, el clero y el pueblo llano, quedando patente la desigualdad de privilegios en este sistema feudal. No puedo dejar de mencionar a las mujeres de este libro, todas ellas poseedoras de la más excelsa belleza y sinónimo de fortaleza. Mujeres notables e inteligentes, supervivientes capaces de forjar su propio destino y dispuestas a sacrificarlo todo por sacar adelante a los suyos.



Reconozco que el inicio de este libro se me atascó por su sosegado ritmo y lo complicado que era navegar entre tantos personajes, tratando de comprender las conexiones existentes entre todos ellos, así como la inclusión de innumerables casas nobiliarias (bosónidas, rorgónidas, bellónidas, etc.) de linajes desconocidos, al menos para mí, y llegó a lastrarme la lectura en momentos puntuales. Creo que el autor debería haber incluido un índice de personajes para orientar al lector. Luego la lectura se hizo más fluida gracias a que consigue combinar los acontecimientos puramente históricos con otros ficticios de forma correcta y amena.



Loable es la ardua labor de documentación llevada a cabo por su autor y que se materializa en la lograda ambientación, que recrea con todo lujo de detalle el contexto histórico, político y social del momento. Las minuciosas descripciones de los dispares escenarios contribuyen a que el lector se traslade, sin esfuerzo alguno, hasta aquel lugar azotado por las constantes amenazas externas de las razias sarracenas y las revueltas internas provocadas por los condes, que dejan todo sumido en la miseria. Recrea el entorno con tal realismo que te parece estar paseando por las tortuosas, estrechas y decrépitas calles de una urbe rural sucia y deprimente, llena de contrastes y olores nauseabundos, o embriagándote con los intensos y tangibles aromas de la cocina de una taberna.



De la mano de un narrador omnisciente, con un estilo depurado, una prosa elocuente, un dominio de la parte narrada sobre la dialogada y una cadencia marcada, "La tierra maldita" se articula en cinco grandes bloques y un total de ochenta capítulos, más un epílogo. Es una novela de crueles juegos de poder y codicia, en los despojos del Sacro Imperio Romano, de unos reinos enfrentados por la fe y el ansia de expansión que revela la cotidianidad de una población tratando de sobrevivir a la miseria que se cierne sobre la villa de Barcelona. Una miseria palpable, que casi se puede masticar. En ella hay cabida para los amores imposibles, alianzas y traiciones, luchas intestinas por el poder, conspiraciones, lealtades interesadas, revueltas, conjuras e intrigas.



Sintetizando: "La tierra maldita", de Juan Francisco Ferrándiz, es una novela de ficción histórica ambientada en la Barcelona de finales del siglo IX, que nos muestra el notable resurgir de unas tierras casi deshabitadas, de una villa urbana abocada a la extinción por los juegos de poder y ambición de unos cuantos nobles. Una novela de miradas al pasado, lectura entretenida y didáctica, que procura ampliar conocimientos de nuestra historia, y que cuenta con una excelente ambientación y rigor histórico. Toda una aventura de supervivencia con reminiscencias de ciertas novelas de Conn Iggulden y de Juego de tronos.


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