El pazo de Lourizán

«El miedo, la amenaza, el silencio y los secretos se convertían en la manera de vivir»
 
Es curioso, sin proponérmelo, mis últimas lecturas han hablado de las mentiras, los silencios y los secretos, y al final, como un disco rayado os digo, son necesarios, y esas mentiras, esos silencios y secretos hay que respetarlos, porque detrás de ellos suele haber dolor.
                Y voy a empezar por lo que más me sorprendió, la segunda persona de la primera parte de la novela. Me descolocó porque suele ser una figura que participa de la narración, que parece dirigirse al lector, «tú». Es muy poco usada, consigue que el lector entre mejor en la historia y empatice con los personajes. Tiene una fuerte carga emocional, veréis que es así.
Esta novela nació de una promesa, contar una historia que no encontró su momento hasta que los padres de Lola murieron. de ahí la segunda persona del narrador, sintió como si cada palabra le fuese dictada, luego pasó al ella, para acabar con el «yo» más íntimo y personal (os animo a ver el vídeo del encuentro en el canal de Pepa Locura de Libros).
                El pazo de Lourizán es un personaje más de la obra y gracias a esta novela hay un proyecto para restaurar el entorno, mirad en Google lo precioso que es, y qué se esté dejando perder, en fin. Son muchísimas hectáreas, decenas de variantes del árbol de la camelia, junto con robles, castaños y abedules. Una visita programada para este verano.
                Personajes entrañables como la pequeña Lúa, Madrinita, Aldo, Xoana, Anita y Germán, hasta los villanos de esta historia tienen sus luces y sombras, sus momentos de juicios interno. Un consejo, no se puede juzgar el pasado desde el presente, que fácil es fuera de contexto y sin conocer el relato propio del que sufrió los sucesos. Prejuzgar es demasiado fácil.