La epidemia de la primavera

Es muy curioso el hecho de que la Primera Guerra Mundial esté ampliamente tratada, bien de modo directo o indirecto en la literatura (sin ir más lejos acabo de leer Los crímenes de Mitford en los que se nos habla de las trincheras y de una enfermera inglesa que trabajaba en los hospitales de campaña en Francia) y sin embargo sea incapaz de recordar ninguna referencia literaria hacia un suceso que ocurrió al mismo tiempo: la mal llamada gripe española. (Mal llamada así, porque no empezó en España, sino muy probablemente en Estados Unidos y porque tampoco fue el país más afectado)
Es cierto que la primera guerra mundial fue muy cruenta, pues se habla de unos nueve millones de soldados muertos, a los que habría que sumar unos trece millones de civiles. Eso hace un total de algo más de veinte millones. Pero es que se calcula que la gripe provocó en poco menos de un año entre veinte y cuarenta millones de muertos. Más que la propia guerra.
En La epidemia de la primavera, se abordan simultáneamente ambos hechos. Lo cual es tan lógico que no entiendo por qué no se ha hecho hasta ahora. Sobre todo si tenemos en cuenta que tienen un punto en común: el altísimo número de muertos que provocaron y que dichas muertes no dejaban de ser un factor aleatorio: a unos les pillaba una bala o un obús mientras otros no sufrían ni un rasguño, al igual que unos contraían la gripe y morían con suma rapidez de sus complicaciones, mientras que otros o no se contagiaban o curaban sin mayores problemas.

Aunque echo de menos a la Empar Fernández de la novela negra, me ha gustado esta novela histórica, que a diferencia de Irina su novela histórica anterior, transcurre en un único tiempo: el pasado.
Ha conseguido conmoverme y angustiarme el sufrimiento de aquellos soldados y la impotencia de intentar controlar una enfermedad que mataba sin remisión al que le tocara la china.
Todo ello es posible por unos personajes que son un fiel reflejo de una época. Porque podremos vivir no sólo la vida en las trincheras, sino una ciudad de Barcelona en la que las cosas estaban cambiando y los obreros empezaban a reclamar sus derechos.
Muy buena la ambientación en todo momento, tanto en Barcelona como en Francia, algo que sin duda también contribuye a meterme en la historia que nos cuenta a autora.

Me parece además muy oportuno hacer presentes unos hechos que han quedado un tanto ocultos en la historia y de los que justamente ahora se han cumplido cien años. Sirva también de homenaje para todos aquellos que perdieron la vida intentando salvar la de otros.