La señora March

Quizás es una obviedad decir que en «La señora March» el principal atractivo es la señora March. Sin duda es un libro que te atrapa con su trama de thriller psicológico -este libro no te suelta-, pero sigue siendo la construcción del personaje principal lo que deslumbra. Entre lo patético, lo heroico y lo jocoso. Un equilibrio magnífico el que consigue Feito.

Muy Shirley Jackson es, sí. Cómo no gustarme, si es esta una de mis autoras fetiche. La foto inicial que describe Virginia Feito de la señora March me ha recordado mucho al relato “La señora Spencer y los Oberon” de Shirley. Esa forma de crear personajes odiosos, con los cuales consiguen hacernos empatizar. Es una habilidad innegable en una autora.

Me parece muy inteligente la manera en que Feito nos va desvelando ese misterio que es la señora March, a medida que el misterio también se va desvelando para ella misma. Que descubre quién es -o quién cree ser- al mismo tiempo que lo hacemos nosotras. Un camino no exento de conflicto psicológico. Es desde ese lugar de confrontación que se construye la alucinación, la paranoia venida de lejos. de un pasado que se presenta sin invitación, que irrumpe con violencia en la vida cotidiana perfecta y controlada de la señora March.

Es un libro que ahonda en la idea de identidad, en sus fracturas y fragmentaciones. Y lo hace desde una trama adictiva y accesible. Sin pretender, tampoco, darnos respuestas cerradas. Porque, ¿quién las tiene?
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«El maniquí miraba al frente con unos ojos azules tan vívidos, con unas pestañas tan negras y con una expresión tan triste y desdichada que la señora March sintió la necesidad de desviar la mirada.»
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«La posibilidad de tener razón, de que George hubiese sido sustituido por un impostor, la llevó a una ocurrencia espeluznante: si había otro George paseándose por ahí, ¿habría también otra señora March? Aunque eso, concluyó, e involuntariamente volvió la cabeza hacia la ventana, ella ya lo sabía.»
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