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Una Barcelona en construcción es el escenario de una sociedad que evoluciona, pintada con los colores y las formas del modernismo. Figuras como Gaudí, Puig i Cadafalch, Casas o Lerroux conviven con el día a día de Emma y Dalmau. Ella, una mujer de fuertes convicciones sociales en lucha por sus derechos y él, un artista soñador que debe caer en lo más hondo del abismo para encontrar su propia lucha. Con una narrativa plagada de historia y detalles, característica de Falcones, a través de las páginas de 𝙀𝙡 𝙥𝙞𝙣𝙩𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙖𝙡𝙢𝙖𝙨 nos damos un paseo por la frontera de los siglos XIX y XX. La injusticia, la pobreza, el poder del dinero o de la iglesia, la hipocresía moral reinante y los hechos históricos que marcaron una época, donde hombres y mujeres sin nombre entregaron la vida por mantener sus ideales. Personajes valientes, fuertes y coherentes que, a pesar de las adversidades, logran adaptarse a su realidad manteniendo sus principios. Huelgas, sufrimiento, anarquismo y una barrera inmensa entre clases sociales se reflejan a la perfección en esta novela. Además de la trama en sí, me han gustado especialmente las descripciones de los estilos arquitectónicos, así como de los procesos necesarios para llevar a cabo las construcciones. Es muy visual y fluido, no se hace pesado en ningún momento. También la carga de denuncia social, que, por momentos, hace que te hierva la sangre mientras lees pensando que, a pesar de los años que han pasado, hay cosas que no han cambiado tanto y por las que debemos seguir luchando. Terminas la lectura con un sentimiento agridulce, pero también de gratitud hacia esas gentes que intentaron cambiar el mundo, muchas veces, a costa de su propia vida. |
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