La Espada Del Diablo

Si hicieramos un estudio sociológico, a buen seguro, este arrojaría que existe un gran placer tanto en los autores, por matar abadesos, prioresos (estoy de un inclusivo subido) y otros religiosos de postín medievales, como por leer sus muertes.

Seguramente, el padre de este sano comportamiento sea el aburridísimo Umberto Eco sin desdeñar una empatía ascentral hacia el holding de la cruz.

También es digna de estudio, la razón por la que el villano, teniendo al "bueno" a su merced y esperando el golpe de gracia, se dedica a filosofar sobre la siega del tocino, hasta que se le pasa el arroz.

En la espada del diablo, además de estos platos fuertes, podremos degustar otras chucherías como sociedades templarias secretas, sábanas santas, arcas de alianza y monasterios que por su ubicación forman entre sí dibujos imposibles.

Además contamos con William de Yorkshire, hombre encargado de dar luz a los crímenes e inspirado en el Holmes de Doyle con el anacronismo que esto supone.

Antes de que alguno se lleve las manos a la cabeza y huya del libro como de Hacienda, debo decir que la novela es entretenida, está muy bien escrita y hasta, por imposible que parezca, disfruta de cierta "lógica"

Y como ocurre en estos casos, lo mejor de la verbena está en la puesta en escena de las víctimas.
El postre necesario de todo banquete.

Ah, pero la obra de Mariano F. Urresti es también una novela histórica, bien documentada que versa, ¡cómo no!, sobre la caza de herejes en la Francia catara, con su Simón de Monfort, Pedro de Aragón y Raimundo de Tolosa y las batallas que entre ellos hubieron.

El texto arranca con la aparición de un abadeso muerto y retrocede temporalmente al conflicto albigense. Es decir, thriller y novela histórica tienen el buen gusto de estar separados aunque sirva para juntar dos destinos.

Sin duda, un libro sobre temas muy recurridos en literatura que se coloca en el bando de los buenos relatos. de los que vale la pena el tiempo empleado si tu propósito es pasar un buen rato sin aspirar a mayores glorias.

Así lo he disfrutado.