La escritora argentina nos deja una novela ambientada en su país, con algunos pasajes en España, Egipto y EEUU; Buenos Aires y la Patagonia destacan en un argumento centrado en la desaparición de una quinceañera durante un viaje de estudios; de fondo, la trata de blancas. Falla la autora –o no profundiza- en explicar los nexos que se tejen alrededor de este repudiable comercio que esclaviza a las mujeres y, en algún momento cae en los estereotipos: los indios, pobres son inteligentes que con becas salen adelante, pero siguen resentidas toda la vida con el entorno y el resto de la humanidad; los ricos, además de ser rubios, son malos y desprecian a los pobres, claro no tan malos que no adopten a un niño, para satisfacer sus deseos maternales; las gordas no son inteligentes. Esta a novela no tiene el carácter de denuncia social de Los hombres que no amaban a las mujeres de Larsson, con su saga Millenium, aun cuando tiene a su genio informático a lo Salander; más allá de esto, cumple con entretener y sorprender al lector al mantener el suspenso y luego, llegar a un desenlace inesperado. Vale la pena leerlo para ver a una mujer latinoamericana que entra a un género, que ha sido tradicionalmente terreno masculino y que además, nos hace ver que esas cosas ocurren aquí, cerca de nuestras casas, con gente como nosotros. Recomendable.
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