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El género chico o la fiebre teatral española de la Belle Époque, engloba el periodo de la historia de España entre finales del reinado de Isabel II, allá por el año 1868, y finales del reinado de Alfonso XIII. Curiosamente estamos ante una obra de gran interés tanto para cualquier amante del Género chico como para quien desconozca de qué hablamos al referirnos a tal género, y es que los escenarios teatrales fueron testigos de la interpretación de la vida cotidiana de los españoles de la época, donde se veían reflejadas sus alegrías y sus penas, sus miedos e inquietudes, sus amores y odios, sus héroes y villanos, así como cualquier hecho relevante de los sucedidos en aquellos años. La obra consta de un índice amplio e intuitivo, que ofrece al lector la posibilidad de ir directamente a aquellos apartados que le generen mayores inquietudes, donde figuran desde subgéneros teatrales, escritos de extranjeros (Trotski) que reflejan a su paso por España el impacto que les generó el Género chico, escritos de españoles (Baroja), el retrato de la vida en esa época (el deporte, la moda femenina, la noche, el cine, los toros, el mundo rural visto desde la urbe, etc.), personajes arquetípicos (el galán, el matón, el mujeriego, la casamentera, la coqueta, etc.), así como representantes del mundo delictivo (carteristas, apaches, terroristas, etc.). El texto de Juan y Miguel Etayo Gordejuela está complementado por fotografías e ilustraciones, enlaces a videos, poesías, canciones, diálogos de las obras teatrales, artículos de prensa y entrevistas de la época y una extensa bibliografía que unida a un completo compendio de las obras citadas lo convierten en una obra rica en los aspectos sociales y culturales más interesantes de la España reciente. Como curiosidad me ha llamado la atención la declaración pública en la prensa escrita de uno de los terroristas de la época, intentando justificar sus asesinatos indiscriminados por el mero hecho de querer defender así sus ideales: “Sabía que concurriría al teatro todo lo más significado y distinguido de la sociedad barcelonesa. Esperé al segundo acto para que el teatro se llenase y tirar las bombas. Mi deseo era destruir la sociedad burguesa, a la cual el anarquismo tiene declarada la guerra abierta, y me propuse atacar la organización actual de la sociedad para implantar el comunismo anárquico. No me propuse matar a personas determinadas. Me era indiferente matar a unos u otros. Mi deseo consistía en sembrar el terror y el espanto.” |
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