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Crítica de LAKY


LAKY
23 February 2020
La historia transcurre en el pueblo valenciano de Buñol en el último cuarto del siglo XIX. Allí viven dos niños, grandes amigos: Teodoro el judío y Julia la gitana. al poco se les une un forastero llegado de Cádiz, Alberto el andaluz. Los tres fraguarán una amistad que mantendrán toda la vida.

Pocos años después, siendo ya jóvenes, una desgracia que le ocurre a la gitana hace que los tres decidan vivir en la misma casa –no sé si decir “juntos”-, formando una especie de extraña familia. Julia se dedica a las labores del hogar, Alberto a los negocios y Teodoro a sus sueños de invención que finalmente verán la luz en un autómata: Sabiero.

Otra luna enterrada” es una novela difícil de definir y casi imposible de encuadrar dentro de un género concreto.

Es una novela costumbrista y la parte de ella que se puede definir así es, sin duda, la que más me ha gustado. Me ha gustado ese pueblo de finales del siglo XIX, esa amistad y algo más entre estos tres personajes tan distintos, Ese amor prohibido que hay que ocultar. La enemistad que une a los tres amigos con Roberto Cortino, el violento hijo de uno de los hombres más ricos del pueblo. Me ha gustado ver cómo crecen estos personajes, cómo adaptan sus difíciles circunstancias a lo que se espera de ellos pero sin dejar de ser lo que son. Toda esta parte me ha gustado mucho.

Pero la novela también puede calificarse, en parte, de fantasía. El autor introduce un elemento sobrenatural que a mí no me ha acabado de convencer. Evidentemente, es un tema personal; ya sabéis que la fantasía no me va. Hay veces que leo novelas “normales” en las que se introduce un punto de fantasía y me gustan (este mismo mes, por ejemplo, he reseñado “Una sirena en París” en el que el punto de fantasía sí que me ha convencido). Pero en este caso a mí ese punto me ha parecido un poco forzado e innecesario. El tema del autómata se podría haber resuelto de otra manera más “realista”, sin necesidad de recurrir a lo que se recurre. Y a mí me hubiese gustado más. Pero, repito, no soy nada dada a la fantasía. Seguramente, habrá gente a la que lo que más le guste de la historia es la parte fantástica mientras que la parte costumbrista e histórica le eche para atrás.

El final, por ejemplo, yo hubiese terminado el libro en la página 260. Pero el autor añade un capítulo titulado “La fuerza viva” y dice que es una fábula. Yo al principio no entendía si era una fábula sin más, una especie de cuento relacionado con el autómata, con el golem, o si era realmente una explicación de cómo “Teodoro” consiguió dotar de “vida” al mismo; finalmente lo entendí y a mí me hubiese gustado más que el movimiento del autómata se hubiese explicado con la ciencia, con la mecánica, sin necesidad de recurrir a gólems y cosas similares. Es cierto que aspectos como ése son los que hacen diferente al libro y que es muy probable que sean los que más gusten a algunos lectores, pero ya digo que no es mi caso, yo soy de novelas más realistas.

La historia se cuenta en dos tiempos. La mayor parte de la novela se sitúa en Buñol en 1875 y años siguientes y nos cuenta la historia de los tres amigos. Pero también hay una parte que se sitúa en el año 1931, momento en el que nos vamos a encontrar a un Alberto mayor, que hablará a su nieto José de lo que pasó en aquella época.

Finalmente, el autor recurre a una técnica curiosa para dar voz a quien no la tenía: la gitana y su “no diario”. Quería mostrar su punto de vista y hacerlo de manera muy personal y no podía recurrir a la técnica del narrador en primera persona a través de un diario porque Julia era analfabeta, no sabía leer ni escribir. Así que recurre a un “no diario”. En diversas entradas en el no-diario, el narrador se mete en la cabeza de Julia y, sin abandonar la tercera persona, se mete en su cabeza y en su corazón. En cada una de esas entradas dice algo así como: Julia no llevó un diario pero, si lo hubiese llevado, hubiese dicho algo así…Me ha parecido curiosa y original esta técnica aunque es cierto que el autor se repite un poco y, cada vez que recoge una entrada del diario, vuelve a explicar eso de que si Julia hubiera llevado un diario, hubiese dicho algo así…; con una sola vez que lo explicase hubiese bastado.

Son cuatro los personajes principales de este libro: los tres amigos y su enemigo Roberto quien va a ser el detonante de todo lo que les pasa. Teodoro, el judío, es un joven inteligente que sueña desde niño con ser un gran inventor y, más en concreto, con construir un autómata. Lo conseguirá pero para ello recurrirá a conocimientos mágicos y ocultistas guardados desde hace siglos por el pueblo judío y las logias. Aquí introduce el autor el elemento sobrenatural que, como os he explicado antes, es lo que menos me ha gustado de la novela. Luego tenemos a Julia, una gitanilla avispada que es amiga íntima de Teodoro desde niños. No sabe ni leer ni escribir y está muy apegada a los ritos y costumbres gitanos pero deberá decir adiós a todo. Alberto, el andaluz, es un joven guaperas y extrovertido, con muchas ganas de medrar en la vida; su afición por el juego va a ponerles las cosas muy difíciles a todos. Finalmente, tenemos a Roberto Cortino, el más ruin de todos los personajes que pueblan esta novela.

Es siempre un narrador en tercera persona quien nos va contando los entresijos de la historia; incluso en el caso del “no-diario” de la gitanilla. Con un estilo coloquial, en el que abundan las palabras en andaluz y en gitano, los apodos, los chascarillos, creo que refleja muy bien la forma de vivir y de hablar en los pueblos a finales del siglo pasado.

Conclusión final

Otra luna enterrada” es una novela original y diferente en la que hay cosas que me han gustado mucho y otras que no me han convencido. Me ha gustado mucho la parte costumbrista, la historia de los tres amigos y no me ha convencido el punto sobrenatural.
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