En este retelling de Perséfone y Hades nos encontramos de frente con la envidia de los dioses, que maldijeron a Pheyre desde su nacimiento a contener el invierno manteniendo una eterna primavera, a costa de que año tras años ella se fuese debilitando más. Haran, el dios de los muertos, siente compasión por ella y la acompaña desde el primer momento, la ve crecer y se encariña con facilidad. Tanto que cuando Pheyre ve su final cerca y le pide ayuda, él no duda en dársela. Y aquí es donde tiene comienzo ese tira y afloja entre ellos, que, en ocasiones me costaba entender, pese a que los personajes están bien desarrollados, tenían acciones que no les encontraba el sentido y eso me sacaba de la historia, aún así, nada ha podido impedir que, una vez más, disfrute de la fluidez con la que escribe la autora. |