Esta novela nos traslada a la prisión de Ondana. Donde nos encontramos a Azahara, una interna en el módulo de madres y a Leire, una voluntaria que va a pasar el verano haciendo la escuela de verano. Azahara está preocupada por el futuro de su hija Beth y sabe que dentro de la cárcel no puede confiar en nadie. Leire quiere enmendar un error o intentar sentirse menos culpable por lo que hizo aquella noche. Ellas dos se hacen “amigas” y le cuenta Azahara todo su pasado y como lo paso. Es la primera vez que leo un libro ambientado en la cárcel y creo que es un trabajo muy duro por parte de la escritora, porque en realidad no sabemos bien lo que pasa ahí dentro de verdad y creo que esta frase que dice una de las protagonistas tiene mucha razón, “ Parece que los muros de la cárcel sean para que la gente de fuera no sepa lo que pasa dentro, no al revés”. Es un historia dura y a la misma vez frágil. Sufres con algunos acontecimientos que pasan y te das cuenta de que hay a veces que la justicia no es justa. Es el segundo libro que leo de la autora y me gusta muchísimo su pluma, pero con el otro me paso lo mismo, que el libro está muy bien, pero el final no llega del todo a cerrar con todo. Las protagonistas son opuestas pero a la misma vez iguales, las dos han tomado alguna mala decisión en la vida y por eso se encuentran allí y puede que por esa semejanza se llegan a conocer. |