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Si con Fobos, la única obra que he leído del autor, sin contar esta, ya me enganché con las primeras páginas, puedo decir que aquí se ha superado. Ha conseguido esa oscuridad que tanto me hace vibrar de felicidad (o terror) al leer este tipo de tramas. 𝗨𝗻 𝗮𝗺𝗯𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗽𝗲𝘀𝗮𝗱𝗼, 𝗳𝗿𝗶́𝗼, 𝗹𝗹𝗲𝗻𝗼 𝗱𝗲 𝘁𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝗶𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝗻𝗼𝘁𝗮 𝗽𝗲𝗹𝗶𝗴𝗿𝗼 𝗲𝗻 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗺𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼, 𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗱𝗼. A pesar de todas sus páginas, tiene una trama de lo más ágil que se lee sin darte cuenta. Yo mismo me asombraba de la velocidad que agarraba leyendo. Sobre todo, porque mientras más avanzaba, más cosas pasaban y más ganas me daban de llevarme las manos a la cabeza y con la boca abierta. 𝗘𝘀 𝗮𝗱𝗶𝗰𝘁𝗶𝘃𝗼, 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮. 𝗠𝘂𝘆 𝗱𝗶𝗻𝗮́𝗺𝗶𝗰𝗼 𝘆 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝗮𝗹. Como ya os habréis imaginado, una de las cosas que más me han gustado, 𝗵𝗮𝗻 𝘀𝗶𝗱𝗼 𝗹𝗼𝘀 𝘀𝗮𝗹𝘁𝗼𝘀 𝘁𝗲𝗺𝗽𝗼𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼, 𝗳𝘂𝘁𝘂𝗿𝗼 𝘆 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗲. Como lector, es una de mis formas preferidas de enterarme de todo lo que ha sucedido, lo he ido viendo con mis propios ojos sin necesidad de que nadie tenga que venir a contármelo en otro formato. El terror que nos has tratado aquí, es mucho más tradicional, en Fobos teníamos que enfrentarnos a nuestros miedos, pero aquí nos acercamos a unos terrores que ya nos van sonando más y que conocemos de primera mano. 𝗧𝗲𝗿𝗿𝗼𝗿 𝗰𝗼𝗻 𝗳𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀𝗺𝗮𝘀, 𝘁𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝗶𝗮𝘀, 𝗰𝗮𝘀𝗮𝘀 𝗲𝗻𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮𝗱𝗮𝘀, 𝗰𝗵𝗮𝗺𝗮𝗻𝗲𝘀, 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿𝗲𝘀, 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗼𝘀 𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗼𝘀𝗰𝘂𝗿𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗮𝗹𝗲𝗻 𝗮 𝗹𝗮 𝗹𝘂𝘇 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗲𝗼𝗿 𝗺𝗮𝗻𝗲𝗿𝗮 𝗽𝗼𝘀𝗶𝗯𝗹𝗲, 𝗯𝗿𝘂𝗷𝗲𝗿𝗶́𝗮, 𝗼𝘀𝗰𝘂𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗽𝗼𝗿 𝘀𝘂𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗼, 𝗱𝗲𝗺𝗼𝗻𝗶𝗼𝘀. Algo que siempre me ha gustado mucho destacar, es lo cotidiano que se vuelve sumido en las tinieblas por los terribles actos del propio mal. Si a eso le sumamos que cada personaje ha estado bailando en el tablero y que cada uno de los movimientos que han realizado han sido esenciales. Recomendadísimo. |
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