Personalmente [Juan Ramón Jiménez] dejaba mucho que desear. Era dengoso, soberbio, ególatra y tuvo la suerte que Zenobia le aguantara su caprichos de señorito aniñado.
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Personalmente [Juan Ramón Jiménez] dejaba mucho que desear. Era dengoso, soberbio, ególatra y tuvo la suerte que Zenobia le aguantara su caprichos de señorito aniñado.
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El retrato de Dorian Gray