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Este es el mar. Esta es la abismal sal que todo lo reseca. Este es el horizonte sin descanso, el para nada amigable suelo de gotas. Gotas que impiden la tierra. Tierra que no se advierte. Este es el correr indefinido de lo mismo. Todo se está consumiendo. Todo se suicida porque el mar no da para más. Inevitable ahogo. Fiero remolino donde nadadores perseveran pero no alcanzan ¿Quién se disipa hacia algún islote? ¿Cuántos con salvavidas para no sucumbir a los cortes de la vastedad? Este es el mar: un estadio repleto. Luces ansiosas se mueven. La Estrella canta. Fans se desmayan. Seres innombrables se nutren del ardor humano. El deseo es una ola que mantiene al mar. La Estrella es una gota más, tan sucia como el resto, tan abrazada a las otras así estas se arrodillen ante su aparente luz. La Estrella se hará Leyenda, pero este es el mar. El mar es el pilar del olvido. El mar no se compadece de recuerdo alguno así tenga el vicioso brillo de una estrella. Todo se va yendo en el mar y el mar desea atrapar más y más. Este es el mar. Mar con 'M' de Mercado. Mercado con aguas que deterioran toda busqueda por eludirlas. Mercado que inunda, empantana, invade todos los rincones y todos nos volvemos mar. Todos estamos nadando, algunos con la ilusión de creerse en botes. El mar es dueño. Mar tirano. Mar poseedor. Mar, mar, mar. Más, más, más: boletos, compras, preventas, betsellers, fama, pasarelas, pantallas; desee y consuma, ahoguese y no se dé cuenta porque este es el mar y usted no lo sabe. Usted cree que respira y no. Cree en el reposo y yo le digo: el mar más desbordante es el que no se siente, el que sumerge y apaga y usted dándoselas de pescador.
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