Los ciegos. Eso era en lo que me había convertido. En un ciego. A partir de ese momento me dejé caer en una depresión profunda que me asfixiaba entre sus brazos y no me dejaba escapar. No quería hablar con nadie. No quería comer, ni recibir visitas, ni tener noticias de lo que estaba pasando en ese mundo de luces y formas que yo había abandonado para siempre. |