Cierra los ojos y mírame de Manuel Enríquez Turiño
Era braille. Estaba escribiendo un mensaje que para mí era imposible de descifrar. —Ya está —dijo por fin levantándose y frotándose el dedo para limpiar los restos de cemento que se le habían quedado pegados—. Nadie lo podrá borrar. —¿Qué pone? —dije observando los agujeros que había dejado su dedo. —Te quiero —contestó David. |