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Acostumbrada últimamente a leer novelas, se me hacía extraño escoger ciegamente un libro de relatos cortos y más cuando en lo poco que sabía con anterioridad a leerlo se repetía el término "terror". Pero una vez sumergida en la prosa de la autora, entendí que ese miedo y esa inquietud no era más que el despertar contundente de macabras imágenes imposibles de ocultar de nuestra vista con la palma de la mano. Estos relatos comparten entre sí el viaje hacia el trastorno de sus personajes femeninos, las relaciones sentimentales sustentadas en el fracaso consciente o el paisaje deprimido de Buenos Aires. No todos los relatos son igualmente intensos y oscuros pero con los que más disfruté fueron precisamente con aquellos donde sin darte cuenta estabas inmerso en el miedo de lo cotidiano. Esta es quizás la clave sobre la que debatir la presencia del terror en la obra. No hay escenarios sobrenaturales ni prototípicos espíritus que vigilar por el rabillo del ojo. Lo que hay es una narración clara pero capaz de crear una ambientación siniestra que actúa como un certero disparador imaginativo. Hay relatos que funcionan mejor que otros, sobre todo los que están situados a partir de la mitad del libro, pero la mayoría te dejan con ganas de que la historia continúe, que no se quede en una mera anécdota abocada al sobresalto. Si tuviera que recomendar alguno de los relatos serían El patio del vecino, Bajo el agua negra y Nada de carne sobre nosotras. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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