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"...a nosotras las mujeres siempre nos quemaron, ¡que nos quemaron durante cuatro siglos!" Yo agregaría que lo siguen haciendo a través de formas más sofisticadas... O no tanto. Este libro se compone de doce relatos del género terror 'cotidiano'. Enríquez toma elementos de las historias de todos los días y las revuelve en su imaginario para crear a mujeres que transitan por el infinito camino de las drogas, se detiene en los transtornos alimenticios para ahondar en la psiquis salvaje y tan humana, excedida de información que buscando aire en el interior se topa con una prolongación de la miseria y el desamparo ¿Acaso no es un reflejo de nuestras almas? Agrega sus toques fantásticos sin quitar e incluso agudizando el sabor amargo. Mis favoritos fueron: 1. El chico sucio. 2. La casa de Adela. 3. Las cosas que perdimos en el fuego. Me pareció una recompilación excelente e interesante de leer, muy argentina, con aplicación internacional. Mientras pasaba las páginas de "Las cosas que perdimos en el fuego" no podía quitarme de la cabeza que ya la había leído. Decidí investigar y resulta que parte de la inspiración es el femicidio de Wanda Taddei en 2010. Es posible que se hayan despertado recuerdos de la noticia. En fin, podría darse un discurso feminista o realizarse un análisis profundo de las críticas sociales que realiza la autora durante toda su obra, no obstante prefiero culminar con el slogan conocido de la tercera ola "Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar". Sepan que el fuego no se apagó, incluso se reavivó y se viralizó en la última década, nuestras lágrimas no lo apagarán pero si alzamos las voces por las de ayer, hoy y mañana mengue, y tal vez un día la justicia y la igualdad se conviertan en hechos y no en palabras insertas en textos o pancartas. |
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