La protagonista de esta historia, Lou, trabaja en el sótano de un instituto de investigación histórica donde pasa sus días enterrada entre montañas de papeles y de libros antiguos. Es joven e introvertida y se mueve dentro de la monotonía absoluta hasta que de pronto es enviada por el instituto a investigar y catalogar la biblioteca de una gran casa octogonal situada en una remota isla de la más profunda Canadá. Allí pasará una larga temporada, lejos del bullicio y verá pasar, casi en soledad, la última nevada del invierno y la llegada y fin del verano. Explorará la gran librería sin prisa, descubriendo así los secretos de los anteriores habitantes, dará largas caminatas por el paisaje virgen y se bañará en el río lejos de la mirada continua y sofocante de la sociedad. El elemento discordante, lo original, lo incómodo será su relación con el otro habitante de la isla: el oso. El oso que es el protagonista de tantas leyendas, el oso que es tan animal salvaje, el oso que viene a crear una alegoría que cuestiona la propia raíz. Con un tono en ocasiones poético y, en otras, totalmente mundano, la autora se atreve a cruzar la línea de lo «aceptable» y a construir esta relación irreverente y explícita creando la perfecta anti-fábula moderna. de alguna manera, el oso catalizará el viaje interior de Lou y la transformará lentamente. Cargada de simbolismo, la historia de Lou es una invitación a reflexionar sobre las imposiciones sociales y el encorsetamiento de las relaciones, la naturaleza, el colonialismo y la sed de poder y, por supuesto, el rol social de la mujer. Es una lectura muy especial, desde luego no para todo el mundo e imposible de olvidar. |