La historia interminable

Cada equis años releo La historia interminable para reencontrarme con un sinfín de cosas. A través de este libro experimento tantas sensaciones que no sé por dónde empezar. Quizás da igual por dónde empiece, porque hay algunas que se repiten y otras que se crean desde cero, al igual que la historia que contiene. Lo releo en diferentes momentos de mi vida y con distinta edad, porque es un libro que crece conmigo y tiene el poder de hacerme ver los mismos párrafos de manera distinta cada vez, desde nuevos puntos de vista, dependiendo del momento en que me encuentre a nivel personal. Sé que hay otros libros que ejercen sobre mí el mismo poder, pero La historia interminable es y siempre será especial.

Y no solo porque el texto esté impreso a dos colores (verde y rojo, y así es como debería leerse siempre, no en tinta negra) para diferenciar dos partes esenciales de la narración, sino por Atreyu, por Ártax, por Fújur y por Bastián, por la Emperatriz Infantil, que siempre pondrá un grano de arena en mi mano para construir mundos infinitos. Hay tantos personajes a los que saludar de nuevo en cada relectura, que cada vez intento rendir cuentas con alguno y comprenderlo mejor.

Con La historia interminable, Michael Ende logró establecer un balance casi perfecto entre luz y oscuridad, entre salvación y perdición. En la primera parte, los personajes van en camino y ascenso hacia la consecución de sus propósitos, mientras que en la segunda, el ego emprende un agonizante descenso a las profundidades. Es, supuestamente, un libro para niños, pero creo que si alguien decide releerlo en distintas etapas de su vida, comprobará que es un libro escrito para todos los públicos, nunca mejor dicho, del cual siempre se aprenderá algo y quizás sean los adultos quienes más provecho saquen de las enseñanzas que alberga.

Ende no solo creó uno de los mundos más imaginativos y originales que he tenido el placer de leer, sino que construyó, de verdad, una historia que se reinventa a sí misma cada vez. Siempre es la misma, pero nunca volverá a ser igual.

Podría seguir hablando eternamente de este libro y profundizar en los detalles, hablar de pasajes concretos y fantasear con lo que podría haber ocurrido en todas esas historias cuyos hilos quedaron sueltos, pero creo que ya me he extendido más de lo que quería. Quizás lo haga en otra ocasión.