La historia interminable

Al plantearme leer “La Historia Interminable” lo hice con muchísima ilusión, porque tenía muy buenos recuerdos de mi infancia viendo la película siete veces al año como mínimo (todas las que la echaran por la televisión).

Y este fue mi gran error. No fui capaz de separar película y novela.

Todos los que tenemos una cierta edad siempre recordaremos aquel momento tan doloroso cuando Atreyu se despide de Ártax en los Pantanos de la Tristeza. Yo reviví ese momento mientras lo leía en la novela y se me saltaron las lágrimas.
Todo iba bien en la novela hasta que llega el final en la película, bueno, quitando el final de Bastián volando a lomos de Fújur que se inventaron los productores. Pero cuando se acaba la película en el libro y éste sigue todo comenzó a volverse muy denso, repetitivo y muy muy tedioso. No me gustaron los diálogos, las microhistorias de cada personaje secundario que aparecía (algunas verdaderamente absurdas), incluso, personajes cada vez más raros y menos comprensibles.

Sí, terminé “La Historia Interminable” porque se lo debía a Michael Ende por haber creado tantos iconos de la literatura, pero la terminé, sobre todo, porque se lo debía a mi infancia, aunque fuera una decepción para mi yo adulto.

¡FELICES LECTURAS!

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