Dónde están las margaritas cuando más las necesitas

Esta vez nos vamos con un género completamente diferente a lo que suelo leer pero que de vez en cuando me gusta, cuando salgo de mi zona de confort.

Dublineta con “camela” y sus caramelos fueron uno de los primeros libros que causaron huella en mi en cuanto al género se refiere y cada vez que la veo no puedo dejar de cantar “Cuando zampa el amor” si hija, hiciste huella en mí, la escena del tractor y el reloj es lo mejor para mí.

locura que ella les da a todas sus novelas.
cuarentona sin hijos, viéndose con un hijo y compartiendo custodia con alguien a quién no conoce.
Menos con sus padres que son unos católicos manipuladores.

Te quedas con pequeñas anécdotas que siempre permanecen en tu cabeza.

Ahora Dublineta (que ya nos explicará ella en un directo que tenemos preparado mañana con ella) de donde sale este nombre, nos sorprende con una novela, con la que participa este año en el Premio Literario Amazon, mucho más seria a lo que nos tiene acostumbrados, pero sin perder ese puntito de

Digo locura, porque sí, porque hay un fondo serie una novela es una auténtica locura.

Resumiendo, un poco va de una familia a la antigua, vamos a la antigua los padres, porque los hijos, numerosa, a cada hijo más especial, y a la que la pequeña le toca de herencia la tutela de un menor llamado Alan Markel junto a un tal Edgar al que ni conoce, imaginaros a la solterona casi


Pero es que para amenizar la fiesta ya tenemos a sus hermanos que la que no se va con un chico al que doble la edad, otro es gay, otro no puede tener hijos, en fin, que cada uno con sus problemas, pero eso sí, toda una piña.

La pluma de Dublineta ha madurado muchísimo durante estos últimos años en los que no ha parado de sacar novelas, y sobre todo siempre sorprende, no hay novela igual, ni trama, ni personaje, siempre te engancha con su forma de narrar.

Es una novela muy amena de leer que os recomiendo leer para los que queréis apoyar ahora a los autores para el Premio literario de Amazon porque merece la pena.
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