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Una novela llena de grandes aciertos. El primero, la elección de su estructura en capítulos que pueden funcionar como piezas independientes. Desprenderse de los corsés de las novelas al uso le ha permitido a la autora dar una visión mucho más amplia de todo este tiempo nuestro que seguramente habría dificultado mucho unas exigencias de tiempo y espacio y un seguimiento convencional de los personajes... al menos con el mismo número de páginas. Sí, este libro puede ser considerado como un conjunto de relatos, pero es más potente cuando se entiende como lo que realmente es, una novela, una muy buena novela que plantea muchos y variados problemas vitales, situaciones que nos son muy cercanas y actuales (puede que algo más a los que formamos parte de una generación, digámoslo suavemente, madura) y que nos son contadas con una aparente ligereza, sin rodeos pero también sin atajos, sin pedanterías y sin ninguna intención moralizante (o, lo que también sería digno de elogio, teniéndola sin que lo parezca mucho). Por supuesto, uno de esos grandes problemas, el gran canalla protagonista que atraviesa todos los relatos, es el tiempo, aunque en su descargo no hay que olvidar que es un canalla que nunca actúa solo. En este sentido, esos saltos temporales donde observamos a los protagonistas en un punto temporal A y, sin transición, en algún momento posterior o anterior o punto B (metáfora que, a modo de estribillo, se repite alguna que otra vez en el libro), relatados además desde puntos de vista distintos y con modos diferentes, logran de una forma espléndida subrayar en verde fosforito lo patético que es darse cuenta tarde de que "la vida realmente iba en serio". Y sí, podemos decir con Egan que "la nostaliga es el fin", pero, de verdad, sin acritud alguna, Egan, ¿era necesario preguntarnos con ese desdén, con esa superioridad insolente, aquello de pero tú te acuerdas siquiera de cuando tenías nuestra edad? Joder, Egan, quién no ha tenido en infinidad de ocasiones la sensación de haber pasado de A a B sin apenas transición (vale, vale, sigo con mi crisis). Y sobre el final de nuestro tiempo, del de cada uno de nosotros, pues eso, que… "El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra el final perfecto" (Charles Chaplin). |
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