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PUEDE CONTENER SPOILER DE LOS DOS LIBROS ANTERIORES DE LA TRILOGÍA. Encontramos la última parte de esta trilogía sobre un mundo apocalíptico enredado entre humanos, ángeles y demonios. No voy a extenderme mucho, ya que he ido hablando sobre la trilogía críticas anteriores y no hay muchísimo que añadir. Definitivamente es el que más me ha gustado de los tres libros. Seguramente sea porque no lo empecé esperando mucho de él, ya que los dos anteriores me hicieron bajar un poco el listón. Los protagonistas tienen buena evolución. Me ha gustado mucho cómo Penryn va tomando decisiones más y más difíciles poco a poco, se ha construido su personalidad a lo largo de las tres novelas y es cierto que tiene mucho crecimiento y se va viendo el peso que conlleva vivir en un mundo como el que le ha tocado. Raffe, por su lado, me ha llegado un poquito al corazón (que hasta ahora no lo había conseguido) y es que en esta tercera entrega se le conoce un poquito más y es cierto que se cuenta su historia, así que quieras o no empatizas más con él y su actitud. El ritmo de la trama es muchísimo mejor que en los anteriores y en realidad no dejan de pasar cosas todo el tiempo, por lo que para cuando te das cuenta estás acabando ya la historia. Igualmente, esta es un arma de doble filo, ya que debido a esta velocidad de los acontecimientos no se para mucho a explicar o describir las sensaciones o emociones de los personajes; aunque supongo que precisamente esto es lo que pasa cuando estás en plena acción, que no te paras a pensar en lo que sientes sino que reaccionas y ya está. Mencionar como punto negativo y motivo por el que me niego a darle más puntuación, que deja muchas dudas sin resolver, ya no tanto de la trama (que también me hubiera gustado que aclarase algunas cosas) sino del mundo, de los ángeles y de todas las historias que hay detrás. En resumen, un libro que da un buen cierre a los protagonistas de la historia, que deja algunas dudas pero que se lee rápido porque pasan cosas nuevas continuamente. |
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