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Crítica de laurass89


laurass89
10 July 2023
Los primeros pasos en esta novela de ciencia ficción distópica nos llevan al éxito de nuestro protagonista, Mitchell Courtenay, al ser nombrado director del Proyecto Venus, una especie de viaje de colonización a dicho planeta. A partir de este momento, seguiremos a Mitchell en su pelea por la viabilidad del proyecto y su indefensión contra los ataques encubiertos de otras corporaciones.
Junto a este combate capitalista, encontraremos también el movimiento de los consistas, un grupo de rebeldes anticonsumistas que sabotean el «progreso» de las grandes corporaciones. Mitchell tendrá que pelear en este sentido contra la opinión pública, todo ello mientras intenta que su relación de pareja no termine haciendo aguas, en una crónica de un naufragio anunciado.
En un mundo cercano
Lo primero que llama la atención de la construcción el mundo de esta novela es que las grandes multinacionales han ocupado el espacio de los gobiernos mundiales. Ahora, los presidentes y demás cargos, son meros invitados al espectáculo de consumo y son las empresas las que dan capacidad a la sociedad para hacer y deshacer; las que establecen las jerarquías sociales en función del producto consumido, y las que mueven las tendencias ideológicas del mundo. Algo así como nuestro típico «yo soy de Windows, yo soy de Mac» pero a gran escala y, sobre todo, sin ningún tipo de piedad o mediador entre las grandes corporaciones.
En este contexto, lo que resulta obvio es que el ciudadano medio ha de escalar como sea para poder estar a la vanguardia del consumo y, por tanto, en un estatus que le permita «vivir» cómodamente y con derechos. Aquellos que no lo consiguen consumen productos de peor calidad que les llevan a seguir consumiendo esos productos, en una cadena que no se puede romper.
Sin embargo, no creamos que a nuestro protagonista le va a venir todo de cara. El Proyecto Venus parte de ser un proyecto inviable por las condiciones de inhabitabilidad del planeta, por ello han elegido a Courtenay como cabeza visible, es el mejor y, en el caso de que no lo consiga, es un elemento prescindible del sistema.
Sobre el valor de las personas
En este sentido, otro gran protagonista de nuestra obra va a ser la sociedad Fowler Schoken, ya que, como entidad, será quien tenga en sus manos la vida de nuestro protagonista. Sin embargo, sin querer destriparos mucho de la historia, será la indolencia de la empresa, representada por su presidente, la que lleve a Mitchell a caer a lo más bajo de la escala de valores capitalistas.
Será en este momento en el que la novela nos lleve a conocer otro mundo, donde la pobreza, los revolucionarios y la persona individual se diluyen en una especie de sálvese quien pueda. Cuando nuestra vida depende de ello, curiosamente los ideales desaparecen. Sin embargo, el arraigo de las ideas está ahí como ese comodín para el tiempo de ocio, así que se nos plantearán cuestiones como la meritocracia, la desesperación, el idealismo como salvamento, etcétera.
Estas temáticas estarán desarrolladas, y bastante en la novela, pero, bajo mi punto de vista, pasarán como una ducha de agua fría por nuestro protagonista. Sí que sentirá un escalofrío, en algún momento sentirá el recuerdo, pero poco más.
El desengaño personal
Y, añadido a todo esto, encontramos otro tema, que quizá sorprenda en una novela donde la crítica capitalista y consumista es tan clara, el desengaño amoroso. En realidad, llamarlo así es casi pretencioso, sin embargo, la relación entre Kathy y Mitchell sí será un motivo de la obra.
Ella, una mujer independiente, cirujana en un hospital; él un gran publicista en su mejor momento al llevar el gran Proyecto por el que todas las empresas se pelean, y, sin embargo, no es suficiente. Él no puede dejar de ver a Kathy como una mujer que ha de estar a su lado y ella no puede dejar de ver a Mitchell como el tiburón que todo lo destruye. Una incompatibilidad que en nuestro tiempo llevaría a una separación irreconciliable y que en esta novela sotierra ideales, percepciones y atracciones difíciles de gestionar (y que tendrán su boom al final de la obra).
Hablamos de aromas
Más allá de la ambientación, los temas y los motivos de la obra; otra de las cosas a destacar es el estilo de ambos autores. En mi caso, cuando empecé a leer la obra me recordó a Pórtico de Pohl (acierto, porque es uno de los autores), sin embargo, sí que reconocía cierta irreverencia que caricaturizaba algunos aspectos que Phol, quizá, hubiera tratado con más crudeza. Sin ir más lejos, la visión de la mujer en la obra.
No obstante, la combinación a cuatro manos tiene su efecto y, aunque en algún momento parece que pega algún bandazo, el estilo final nos ofrece una novela distópica de corte clásico, con todos los rasgos del género en el momento de su elaboración, y cuya originalidad reside en la radicalidad de ideas que encontramos en ella.
Una lectura que creo que, si os gusta la CF, os gustará mucho y que, si no es el caso, pero os gusta la reivindicación política también. Un poco de crítica, un poco de humor y mucho de tener un protagonista en el que volcar nuestra rabia. Espero que os animéis con él.


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