Él le preguntó qué era lo que hacía allí en el brezal con la escoba a la caída de la tarde. —Barro el mundo—le respondió ella. —¿ Por qué barres el mundo, madre bruja?—le preguntó. —Hay cosas en el mundo que no deberían estar en él—le contestó ella. |
Él le preguntó qué era lo que hacía allí en el brezal con la escoba a la caída de la tarde. —Barro el mundo—le respondió ella. —¿ Por qué barres el mundo, madre bruja?—le preguntó. —Hay cosas en el mundo que no deberían estar en él—le contestó ella. |
sabía que el oído del mundo era rápido para la magia y se volvía siempre hacia lo maravilloso aun cuando estuviera medio dormido.
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¿De qué servía la alegría si era preciso ocultarla?
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Entre el espíritu de Alveric y el de Lirazel mediaba toda la distancia que hay entre la Tierra y el País de los Elfos; sobre esa distancia tendía un puente el amor que puede cubrir distancias más grandes todavía; no obstante cuando por un momento se detenía en el puente dorado y permitía que sus pensamientos contemplaran el abismo por debajo, toda su mente era ganada por el vértigo y Alveric temblaba. ¿Cuál será el fin?, se preguntaba. Y temía que fuera más extraño todavía que el principio.
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—Pues bien—dijo la bruja— ¿te trajo la espada fortuna? —¿ Quién sabe—contestó Alveric— lo que trae fortuna desde que no nos es posible ver el final? |
era la imagen dorada de bellos años pasados, era la veloz partida otra vez de la memoria que deja sólo en la mente la más ligera huella de piececitos brillantes que confusamente percibida llamamos nostalgia.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?