Clase de actuación

Tras leer “Sabrina” el año pasado (que me pareció muy turbio), quise acercarme a esta nueva obra de Nick Drnaso, también disponible en eBiblio y que, además, he visto recomendada en múltiples medios.

La obra nos presenta a varios personajes cuyo hilo en común es asistir a una clase de actuación gratuita que dan en su ciudad. Hay un matrimonio que busca renovar su relación haciendo algo juntos, una madre soltera agobiada con la crianza de su hijo, una abuela y su nieta, que padece algún tipo de trastorno, un señor que en sus ratos libres pide dinero para un banco de alimentos como modo de resarcirse de sus pecados pasados, otro joven que es modelo de desnudos y que tiene una especie de manía persecutoria, una chica que parece haber perdido la memoria y por ello deja de ir al trabajo, el propio profesor que no sabes si esconde algo o simplemente sus clases son turbias, etc.

La novela gráfica entremezcla la vida real de los personajes y la ficcionada de las clases, pero las dinámicas que propone el profesor hacen que se difumine la frontera entre lo real y la actuación, provocando no solo en los personajes, sino también en el lector, una especie de incerteza por no poder distinguir las situaciones. Durante el método de inmersión propuesto por el profesor parecen salir a la luz los claroscuros que cada uno de los personajes guardan en su interior, y al cambiar los fondos de las viñetas y poner escenarios reales el lector tampoco sabe si continúa la clase o ya se ha terminado. Hay un choque entre la apertura emocional que supone un ejercicio de actuación y la soledad o aislamiento en el que parecen vivir cada uno de ellos a diario.

Se trata de una novela gráfica bastante extensa, de casi 300 páginas y con muchas viñetas en cada una, lo cual hace que se pueda profundizar bastante en cada personaje (a pesar de tener un reparto coral amplio) y adentrarse en esa confusión o incerteza que parecen sentir todos ellos a medida que avanza la historia. A pesar de ese aire lynchiano, surrealista y oscuro, es alucinante lo humanos que pueden parecer sus personajes, incluso aunque sus expresiones en las viñetas sean bastante hieráticas. Es como si el lector pudiera ponerse en su piel y ver cómo son manejados por un ente superior, que bien podría ser el escritor o director de la obra.