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Segunda entrega la saga de Nora Kelly, una arqueóloga que, sin darse cuenta, siempre termina metida en líos por ayudar a una agente novata del FBI, Corrie Swanson. Me ha gustado más que anterior, siempre he sido más de indios que de vaqueros, y conocer un poco más de la cultura de los habitantes originarios de un lugar, invariablemente de donde, me llama poderosísimamente la atención. En este caso es un misterio en Nuevo México, en el mismo lugar donde se tiró la primera bomba nuclear… pero no quiero destriparos nada, así que de la trama no diré más que me ha parecido muy bien hilada, excepto un par de detalles que me gustaría confirmar, como si se puede saber lo último que comió alguien hace 50 años, por mucho que se haya momificado el cadáver. La ambientación es magnífica, cosa a la que ya me tienen acostumbrada, los personajes han crecido desde la anterior vez que los leí, aunque Corrie me sigue pareciendo poco avispada en algunas ocasiones y demasiado en otras. El personaje secundario que aparece aquí, el sheriff Watts, también me ha gustado más que el que aparecía en “Huesos olvidados”, espero que en los próximos (aún no publicados en español), me lo vuelva a encontrar. Pero… que vuelva a aparecer el agente Pendergast y soluciones en 2 páginas lo que no se ha solucionado en 300, por ahí sí que no paso. Vale que me sorprendió en la primera parte, como gracia, bueeeeno, aceptamos barco como animal acuático, pero en esta segunda ocasión vuelve a hacer exactamente lo mismo, y ya huele muy mal. Por favor, en las siguientes, espero no seguir con este modus operandi. Y de ahí que no le dé el medio punto que le falta para ser un 5 estrellas. Es una lectura que aconsejo a cualquiera que le gusten los libros de esta pareja, es larguita pero se me ha hecho muy corta. |
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