Pobre gente

Pobres gentes, es una novela epistolar del genial Dostoievski, además fue la primera que escribió en 1847.

El autor nos cuenta la historia de un funcionario público de baja categoría llamado Makar Dévushkin, quien representa a esos empleados de la Rusia de mediados del siglo XIX que hacen su trabajo en las sombras, pasando desapercibidos y cuya remuneración es tan escasa que viven en situaciones deplorables, el mismo básicamente duerme en un rincón de una cocina en una pensión humilde.

Durante la lectura encontramos las cartas que Makar y Barbara intercambian, a pesar de que viven casi frente por frente, pero ella es una mujer más joven que él y ella siente una "especie" de amor paternal, y así carta a carta ambos se cuentan sus infortunios ya que ella también está arruinada, sumida en la pobreza y comienza a sentir que su salud no es buena.

Así que Makar empieza a desarrollar su faceta de escritor y el sentimiento que siente hacia Bárbara le sirve como "catalizador" para animarle a escribir y tener una pequeña esperanza en medio de una vida de desgracia.

Los problemas comienzan cuando Makar quiere ayudar económicamente a Bárbara, lo que lo lleva a un patetismo extremo, pues él no tiene ni para comer.

Engañandose a sí mismo y a los demás intenta conseguir dinero de las formas más imposibles; sucumbe al vicio del alcohol y entonces descubrimos en la lectura tintes psicológicos muy interesantes.

Pero no solo vemos la realidad de estos dos personajes, cada uno tiene un círculo íntimo de conocidos que viven también en la pobreza, y a través de sus cartas podemos conocer más de ellos, ampliando la visión de la realidad de la gente pobre y miserable de la Rusia de aquellos años. Dostoievski hace énfasis en la peor de las pobrezas, la del funcionario público.

El libro es fácil de leer, muy realista, que te hará pensar y reflexionar, muy bien narrado de forma en ocasiones tan surrealistas que acabas riéndote a carcajadas, es que ni en un libro de humor te ríes tanto, porque ambos personaje sufren tantas penurias, que la risa es por no llorar, son dignos de lástima, y para colmo los dos tomarán drásticas decisiones abocados por su penosa situación económica.

¿Podrán la inteligencia y bondad de ella y el altruismo de él cambiar su situación? Pobre gente...