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Una historia tierna en la que sus protagonistas comparten sus alegrías y (sobre todo) sus penas, a través de una serie de cartas escritas desde el corazón. “Pobre gente”, publicada en 1846, fue la primera novela que escribió Dostoyevski. Esta obra fue recibida con notable éxito y posicionó al escritor ruso como el creador de “la novela social”, según el crítico Visarión Belinski. Cuando comencé a leer las primeras páginas, quedé gratamente sorprendida al encontrarme ante una novela epistolar, escrita con una sensibilidad y delicadeza. Los personajes protagonistas son realmente “pobre gente” que apenas cuentan con los recursos suficientes para sobrevivir, pero que valorar ante todo su dignidad y amor propio. Se encuentran en una situación complicada y han encontrado refugio en la literatura y los libros. En este sentido, son varias las citas que incluyen a lo largo del texto, con respecto a obras de autores como Pushkin o Gógol (destacando en este último caso, la obra “El capote”). El estilo es espontáneo y muy natural, ya que Varvara y Makar, los protagonistas, vuelcan sus sentimientos e impresiones en el papel de forma espontánea, sincera, y dejando fluir su pensamiento, lo cual ha hecho que los perciba a ambos muy cercanos e incluso entrañables. Las cartas son el único medio que tienen para hacer frente a la soledad de sus vidas, aquello que les permite compartir sus desgracias intentando encontrar consuelo en los escasos momentos de efímera felicidad. Por otra parte, Dostoyevski intercala otros pequeños dramas en los que demuestra su habilidad para profundizar en las emociones humanas. Algunos fragmentos me han parecido realmente conmovedores y el final me ha dejado con una sensación de desasosiego. Esta lectura me ha hecho reflexionar sobre lo difícil que debe ser mantener el optimismo en situaciones de pobreza y desesperanza. Cuando la vida se ve invadida por adicciones como el alcohol o el juego, cuando se carece de dinero y de familia, cuando no se encuentra apoyo ni aliento suficiente para continuar ¿de dónde surge la fuerza para luchar?. También me ha recordado el significado del honor, la honestidad, la lealtad, la amistad y la generosidad en un mundo en el que “la desgracia es una enfermedad contagiosa”. |
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