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Los ladrones honrados son aquellos que no tuvieron otro remedio que robar. La vida les obligó a hacerlo y, de algún modo, su condición de persona honesta les permite entender lo que hicieron y retractarse. También vale la idea de que el ladrón honrado nunca haya querido robar, y mucho menos lo haya proyectado, sino que múltiples circunstancias lo involucraron en una maquinaria de la cual él -como ladrón inocente o honrado que es- no era consciente. El ladrón honesto de hoy -o el honesto hombre tachado de ladrón- comparte algunos rasgos con aquel personaje del siglo XIX, pero se distancia en ciertos puntos. Mucho más vivo, más descarado, y siempre dispuesto a contraatacar, no sabe de culpa, ni de recato, y menos de vergüenza. Un viaje en clave satírica por algunos casos sonantes de la última década nos ayuda a reconstruir este personaje. Un libro corto, fácil de leer, que pienso que si su personaje principal... en resumidas cuentas, si tuviera que trasladarse al siglo XXI, Yemelián Iliich seguiría siendo un ladrón honrado, pero no tan honrado.Cuánto menos te hará reflexionar. |
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