En El secreto seguimos una versión más joven de Richard, quien finalmente está comenzando su vida lejos de su familia pobre y abusiva en California. Lo aceptan en una universidad de élite en Vermont y se muda por todo el condado con la esperanza de un nuevo comienzo. Al llegar a la universidad, a Richard se le niega la entrada a un curso de griego antiguo, porque el profesor que lo imparte solo permite la inscripción a su pequeño grupo de estudiantes cuidadosamente seleccionados que parecen casi de culto. No hace falta decir que Richard se obsesiona por completo con los cinco estudiantes de este grupo y con el propio profesor, Julian Morrow. Y con un giro de buena suerte, y resolviendo un problema griego, Richard es aceptado en este exclusivo grupo. El secreto es una historia más bien simple, pero que consigue sumergirte gracias a su gran ambientación y sus personajes. Leí If we were villains justo antes de este libro, y entiendo perfectamente el por qué de las comparaciones. Si bien las tramas y los temas que se tratan son muy parecidos, ambos libros funcionan y destacan de formas muy diferentes. Diría que el punto fuerte de ambos son los personajes. Mientras que el primero pretende -y consigue- que conectes y empatices con ellos, El secreto te lleva por un camino distinto. Donna Tartt logra que comprendas las motivaciones de los protagonistas y puedas justificar hasta un asesinato sin que ni siquiera te caigan demasiado bien. Como pequeña pega, creo que al libro le sobran unas 50-100 páginas en las que la historia se ralentiza demasiado dando vueltas a algunas cosas que al final no tienen ninguna repercusión. |